¿Ahora qué?
El frio mañanero me
despierta
colándose entre los
dobleces de mi sabana,
como si esta fuera
la fina capa de calma
que me separa de la
angustia de tu ausencia.
Entonces, mi
corazón, gime,
como si se tratara
de un doloroso susurro
que pide tu
presencia
y despierta de su
silencioso letargo,
volviendo a palpitar
tu nombre.
Mi vida, cariño, te
añoro.
¿Y ahora qué?
Ahora, los primeros
rayos de sol entran por la ventana,
y en este momento,
con la claridad del
día,
dejándome aún más
claro
que no estás hoy a
mi lado tapada
casualmente por una
posible sombra momentánea;
me levanto con
desgana.
Limpio mi escuálido
cuerpo de las telarañas de la nostalgia.
Deambulo por los
pasillos que tú ya has pisado y,
sin la resistencia
adecuada, me inundo en tu memoria.
Mi cielo, amor, te
quiero aquí.
¿Y ahora qué?
Con pinceladas de
recuerdo,
pinto la charca de
nuestros momentos.
Aun flotando en ti,
nado hasta mi descuidada cama,
acomodando el
presente día de hoy
y recostándome en
él.
En mi imaginación la
poesía de tus palabras
se cuela en la brisa
silbante,
oyendo la melodía
que es tu voz
que me hace
imposible parar de colorear nuestro recuerdo,
haciéndolo una
vivencia más.
Sin parar de
recordar, entre trazos de recuerdos coloreados,
los sonetos de tus
palabras y la música de tu voz; medito.
Desde siempre, el
mundo sabe de mis sueños;
Ayer, mis sueños
supieron de ti;
Hoy, tú eres mi
sueño;
Desde siempre, mi
sueño es mi mundo.
El vuelo de algún
ave de detrás de la ventana,
me saca de mis
fantasías y me levanto una vez más.
¿Y ahora?
Ahora… ahora solo
quiero que la espera
no se haga larga y
poder merodear en tu cama,
buscando tu ser.
Ahora, quiero pensar
que no estará lejos
el día en el que
podré ver,
entre la seguridad
de tus brazos,
como el sol se
filtra entre los pliegues de tu cortina,
cotilleando curioso
el vals sin ritmo
que bailamos en tu
cama convirtiéndose
por crescendo en un
tango acelerado
y terminando con un
diminuendo de armoniosa simetría
en donde la orquesta
no deja lugar para el antaño,
ni sentimientos de
dolor,
angustia o el simple
anhelo descorazonador.
Solos tú, yo y
nuestro arte.
¿Ya está?
Sí, solo me queda
esperar,
mirando el reflejo
en el espejo de un poeta muerto,
nadando en tu
recuerdo hasta entonces.
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